domingo, 23 de noviembre de 2008

ACTUALIDAS VS URBANIDAD

Por Susana Avendaño Lopera
Buenas costumbres, comportamientos adecuados en la casa, la iglesia, el parque, la calle, la mesa, con los vecinos, amigos y familiares fueron plasmados en 1853 en el Manual de urbanidad y buenas costumbres, escrito por el venezolano Manuel Antonio Carreño, un hombre con vocación de pedagogo, diplomático y con una sólida formación cultural y musical.

Sin embargo en la actualidad al ver los carros que pasan a toda velocidad por las calles, la gente que no espera a que el semáforo este en rojo, ni mira a un lado y otro de la misma para cruzar, hombres que no seden el puesto a los ancianos, niños y mujeres embarazadas, comer en la habitación, cepillarse los dientes fuera del baño, hablar con la boca llena, quitar la palabra a quien habla, son algunos de los tantos comportamientos que Carreño no quisiera ver si estuviera vivo.

Y es que aunque en las escuelas y colegios todavía este manual se lea y se hagan informes de lo que en él se dice, algunas de estas normas, puede decirse que ahora son consideradas obsoletas, debido al cambio de comportamiento entre hombres y mujeres, a la superación de muchos de los tabús de la sociedad y a la liberación que presenta la sociedad.

Claro está, es significativo reflexionar acerca de la importancia de las mismas, es verdad que ahora no todas siguen vigentes, pero el hecho de que la sociedad haya evolucionado y que los tiempos estén cambiando, no quiere decir que se dejen de lado los buenos comportamientos y modales que hacen de las humanos, seres respetuosos y cordiales, agradables de tratar y de entablar relaciones.

Y es que al actuar de manera desenfrenada, es decir al actuar instintivamente, sin control y sólo haciendo lo que causa placer, las personas dejarían de ser seres humanos para convertirse en animales, en seres sin razonamiento ni conciencia de lo que hacen.

Es por tal motivo que la sociedad está en una especie de descontrol, en un ir y venir acelerado, desenfrenado, sin la intención del saludar amablemente, de despedirse con cordialidad o simplemente de dar un hola y un hasta luego, haciendo que la ciudad cada vez más parezca una selva.

Cada quien por su lado, expresa la inconformidad de vivir acelerado, el mal genio de tener que levantarse temprano y cumplir con una labor que tal vez no sea la que le gusta pero que para mantenerse y vivir necesita cumplir. La amargura de subirse a un transporte público al cual no le cabe un pasajero más, pero que si no lo toma llegará tarde a su destino y esto un problema le traerá.

Y ya que se toca el tema del transporte público, es deprimente ver como en las denominadas horas pico, Medellín presenta un caos, donde la intranquilidad, el acelere, el afán por llegar al hogar, al trabajo, al centro comercial, al colegio o a la universidad, denotan poco de lo que Carreño expone en su manual, haciendo entender a quien aún vivencia estas normas que cada vez la tinta con que Carreño escribió su manual, se desvanece entre la evolución de la sociedad.

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