domingo, 23 de noviembre de 2008

¡OJO! QUE VOY PARA LA LUIS AMIGÓ

Por Susana Avendaño
Laura Giraldo
Papelerías, restaurantes, bares, ventas ambulantes, parqueadero, entre otros lugares comerciales, conforman el paisaje salpicado de diferencias que se impone en frente de la Fundación Universitaria Luis Amigó, donde como un valle que en medio tiene su rio, la transversal 51 A de la ciudad de Medellín, se impone como un cruce peligroso y amplio.

Desde las seis de la mañana, lunes, martes, viernes, la verdad no importa…el permanente flujo de personas que se baja de sus automóviles, taxis, buses, busetas o que llegan a pie, embisten en medio de la avalancha de autos, camiones y motos que pitan con fuerza y hace rugir sus motores en afán de retar un semáforo que no todos respetan.

La situación es simple, esta calle es la vía de acceso para la mayoría de estudiantes del plantel educativo y la imprudencia tanto de los peatones como de los conductores es innegable.

Es común ver frenadas en seco, gente que esquiva los carros en mitad de calle, autos a toda velocidad, muchos de ellos pesados y con grandes cargas que toman camino a diferentes pueblos y sitios de la ciudad; la competencia de los conductores de bus por ganar un pasajero y todo el que va de afán, llegó tarde, va a comer, a beber o por la copia que no sacó, conforman el panorama fijo de la situación.

Yo diría que la cuestión se agrava cuando llega la tarde. El puente imaginario que va del cansancio a la diversión, se transita por montones y los bares se llenan a reventar con aquellos que quieren licor, cigarrillos y baile. La calle no tiene piedad, sigue su ritmo sin importar qué pase a lado y lado. Los muchachos ebrios “pretenden” regresar a sus clases o a sus casas y todo se complica cuando van en zig zags pasando la calle y sus ojos perdidos ya no les dan para ver el semáforo ni acordarse de normas.

Entonces, ¿Qué tipo de accidente hay que esperar para sacudirnos y darnos cuenta de lo imprudentes que somos?, ¿No se supone que somos jóvenes en educación superior conocedores de normas?, ¿Dónde dejamos la formación que tenemos si se pierde antes de pasar al frente de la misma universidad?...sinceramente, no hay excusa.

Eso sí, el hecho de que los peatones sean imprudentes, no exime a los conductores de su responsabilidad. ¿Cómo osan pasarse un semáforo en rojo con tantos transeúntes que aparecen de repente afanados por cruzar?

No se sabe quién es más imprudente, si el que pasa caminando o el que va al volante. ¿Quién regula la situación? ¿Es el transito?, ¿Es la empresa de los buses? ¿Somos Nosotros?

Obviamente quien la regula son la Secretaria de Tránsito y el Ministerio de Transporte, pero los culpables de algún suceso trágico somos todos, que se nos ha olvidado mirar a lado y lado como desde pequeños nos enseñaron, son los conductores que parece hubieran falsificado su pase y un semáforo que no da tiempo suficiente para cruzar.